Maritza ha aplicado el principio “no soy víctima del mundo que veo”, que menciona “Un curso de milagros”, lección 31, y ha podido sanar enfermedades que la medicina tradicional considera incurables, como la fibromialgia y la fatiga crónica, la pancreatitis y también enfermedades consideradas irreversibles como la artritis.
Logró incluso curarse de una lesión severa que le dejo atrofiados los músculos de la espalda y caminar completamente sana después de dos meses en silla de ruedas a pesar de que el ortopeda le había dicho que el daño era permanente e irreversible. También logró estabilizar su peso después de una larga lucha con el sobrepeso.